Hace unos meses, se consiguió por fin, pura ciencia ficción (¿quién no ha visto o leído Jurassic Park o Parque Jurásico?), descodificar los genes de un animal extinguido, del mamut.
Consiguieron alcanzar, con mucho esfuerzo científico y nuevas técnicas de descodificación, hasta el 80% del genoma, lo que proporcionó datos inesperados sobre la vida y comportamientos de los matutes. Esto fue en noviembre del 2008.
Pero la ciencia no para, y cada vez va más deprisa. Ahora, ha sido clonado un animal extinguido, por primera vez en la historia de la humanidad.
El animal es el bucardo, en peligro de extinción desde 1973, y declarado extinguido desde el año 2000, cuando se encontró el último ejemplar muerto en la orilla de un río.
Los científicos del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) extrajeron el ADN de la piel del animal, lo conservaron en nitrógeno líquido, y, después de varios intentos, por fin lo consiguieron: inyectando este ADN en óvulos de cabra, después de haber eliminado el material genético de los mismos, consiguieron efectuar la clonación del animal, que nació vivo.
Sin embargo, como tantas veces ha sucedido con la clonación de ovejas, el animal clonado murió al poco de nacer, por problemas pulmonares.
No es, desde luego, algo que no se pueda solucionar en posteriores intentos, como ya sabemos por las ovejas, y no deja de ser la primera clonación de un animal extinguido.
Ahora, debe aparecer (y ya ha empezado) la segunda parte de este tipo de investigación: ¿Podemos jugar a ser Dios? ¿Hasta dónde nos llevará ésto? Pero, también, ¿podemos recuperar especies que ya se extinguieron? ¿Podemos evitar que las que están en peligro de extinción ahora (y cada vez son más) se extingan, guardando su ADN para clonarlas si hiciera falta?
La ciencia ya lo permite. Vamos a ver ahora lo demás.
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